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Capítulo 07.

—Mi celo está llegando —dice Jimin preocupado.

—Mierda cariño, ¿estás seguro? —le contesta Jungkook más preocupado que el rubio.

—Claro que estoy seguro. Mierda, no voy a llegar a casa para navidad... —sigue Jimin, desesperación empezando a mostrarse en su voz.

—Hey bebé, no te preocupes, todo saldrá bien. ¿Qué necesitas que haga? —le pregunta, masajeando sus brazos.

—Hmm... avisa a mi madre de la situación... quédate conmigo... ¿me ayudas? —pregunta ahora, puchero en sus labios, escondiendo su rostro en el hombro del pelinegro, aspirando su aroma y expulsando más feromonas cargadas.

—Por supuesto que si, amor. Hagamos esto: llamaré a tu madre, iré a comprar algunas cosas para cuando descanses en tu celo, traeré un poco de ropa para cambiarme y tú te prepararás aquí tranquilo, ¿ok? Volveré en un momento —le dice, besando el tope de su cabeza.

—No te vayas —le dice, restregándose un poco en el alfa, perdiendo poco a poco la lucidez, su omega interno saliendo por momentos.

—No será por mucho, no te preocupes. ¿Me dejas marcarte con mi aroma? Te dejaré también mi sweater —le dice, abrazándolo fuertemente.

—Ok... —contesta un poco más tranquilo.

El alfa procede entonces a girar a Jimin para que estén frente a frente, entierra su nariz en el hombro del omega y empieza a soltar feromonas para calmarlo. Toma sus muñecas y las frota suavemente con sus dedos, acaricia donde está su glándula de apareamiento con la nariz y tararea bajito, tratando de transmitir un poco de paz a la bola de nervios en sus manos.

Cuando siente que está más calmado, lo conduce a su cama, le pone el sweater que está usando y le hace un pequeño nido para que pueda acostarse en lo que vuelve de hacer sus recados.

Jimin se duerme enseguida, por lo que Jungkook aprovecha y toma el teléfono del otro chico y le marca a la madre para hacerle saber lo que pasó. Tras asegurarle que Jimin iba a estar bien y que lo iba a cuidar, se despidió con un sonrojo en la cara, tomó las llaves, billetera y salió a su departamento y al supermercado para traer lo necesario.

Habrá tardado entre media hora y cuarenta minutos, no quiso dejar solo al omega por mucho tiempo, pero para cuando volvió al departamento del rubio el lugar estaba totalmente impregnado del potente aroma del pequeño. Un gruñido poderoso salió de su garganta y se apresuró a cerrar la puerta para que nadie más pudiera olerlo. Podría estar en conflicto con su alfa interior para no lanzarse a la habitación en ese mismo momento y tomar al chico en celo, pero si de algo estaba de acuerdo era de que no iba a permitir que otra persona se acercara a intentar lastimarlo.

Con mucho cuidado, se acercó a la cocina y guardó la comida que había conseguido, sacó las botellas de agua y barras de granola y las llevó hacia el dormitorio, tratando de hacer el menor ruido posible en caso de que Jimin siguiera dormido.

Cuando se asomó allí se encontró con que estaba despierto, con el teléfono en mano, pero cuando alzó la vista se le iluminó la cara al verlo parado en la puerta.

—Gracias por el nido y el sweater alfa, me sirvió de mucho —le dice, alivio marcado en la cara.

—Me alegro mucho cariño. ¿Necesitas más ayuda? —le pregunta acercándose despacio a la cama.

—Creo que por el momento estoy bien, gracias. ¿Puedes abrazarme? —le pregunta con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas, pareciendo un pequeño bambi en medio del nido.

—Claro que si bebé, dame un momento —le dice, acomodando el agua y la comida en la mesita primero, y luego acercándose despacio al nido. Se sabe que un alfa no debe entrar en el nido de un omega sin permiso y, aunque le haya pedido que lo abrace, sabe que tiene que esperar para entrar de todas maneras. Con un breve asentimiento de cabeza, entra despacio, lo toma de la cintura y lo acerca a su pecho, engulléndolo en un abrazo de oso, pasando también una pierna por encima de las suyas.

Sus respiraciones se hacen cada vez más profundas, hasta que se quedan dormidos por unas horas, hasta que Jimin empezó a moverse entre sueños, su celo molestándolo constantemente.

Para cuando Jimin se despierta nuevamente, está completamente sudado, con un calor constante recorriéndole las entrañas y el alfa que lo contiene está respirando entrecortadamente, como conteniéndose de hacerle daño al rubio.

Sintiendo como su omega interior reconoce al alfa abrazándolo, soltó un gemido que hizo que el alfa abra los ojos y los haga rodar, quedando atrapado bajo suyo. El calor que emana su cuerpo junto con los pequeños jadeos, el lubricante deslizándose entre sus mejillas y muslos, sus feromonas hambrientas y su corazón que palpita rápidamente es todo lo que necesita para que el alfa tome una respiración profunda y abra los ojos para deleitarse con el espectáculo que le supone el pequeño desastre bajo su cuerpo.

—Hmm omega, tranquilo pequeño, te tengo —le dice, ronroneando suavemente y comenzando a dejar pequeños besos por toda su cara, mientras con sus manos tantea el borde del sweater que estaba usando para tirar de ellos hacia arriba.

El rubio comprendió y se sentó para ayudarle a desvestirse con manos temblorosas, pasando sus manos por el torso del pelinegro para que también se saque su ropa. En un movimiento rápido, se deshicieron de sus camisas para seguir con sus pantalones y su ropa interior, el aroma de ambos inundando el lugar.

El alfa entonces volvió a besarlo, mezcla de dientes, lengua y saliva, para luego bajar hacia su cuello, raspando con sus dientes en los hombros y lamiendo donde mordió. Sigue su camino, pasando por sus pezones, mordiendo y lamiendo uno mientras toma el otro con sus dedos, provocando que el rubio se mueva desesperado debajo suyo, un lío de gemidos y lloriqueos, tratando de buscar fricción entre las sábanas. Al notar esto, el pelinegro coloca su otra mano en la cadera del omega, inmovilizándolo momentáneamente. Jimin piensa vagamente que ese agarre le va a dejar marcas, lo que lo hace jadear más.

—Shh, quédate quieto para mi, omega, ¿puedes hacerlo? —le pregunta, levantando la cabeza brevemente del pecho del omega para ver si cumplía su petición.

Jimin ya se encontraba bajo el control de su omega interior, por lo que, al escuchar a Jungkook se volvió dócil enseguida, listo para complacer a su alfa.

Asintiendo ambos lentamente, Jimin se relajó y hundió su cabeza entre las almohadas, mientras Jungkook volvía a su trabajo con los pezones del rubio. Pronto se volvieron a escuchar los jadeos de Jimin por toda la habitación, su aroma volviéndose más espeso por momentos y su lubricante bajando constantemente.

—Jungkook... —susurró débilmente Jimin, desesperado por sentir al pelinegro dentro suyo, a lo que Jungkook respondió dejándole una caricia en el rostro mientras volvía a dejar un sendero de besos, pasando por su ombligo y lamiendo suavemente allí, y volviendo a su trabajo para llegar a la erección del omega, probando el presemen que empezaba a escurrir de la punta, ganándose otro gemido fuerte de parte del omega.

—Date la vuelta —le susurró desde allí, y Jimin se movió rápidamente, acomodándose en manos y rodillas, presentándose al alfa.

Otro gruñido, este más profundo y hambriento, repercutió en las paredes de la habitación y entonces Jungkook tomó las mejillas con sus manos y las separó, tomando un breve respiro antes de morder levemente una de las mejillas y luego lamer la entrada del rubio.

La habitación pasó a ser sofocante, Jimin se sentía masilla bajo las manos del alfa y sus gemidos se perdían en la almohada atrapada bajo su cabeza, sus manos aferradas a las sábanas debajo suyo. La lengua de Jungkook en su entrada se sentía el cielo, y cuando traspasó el músculo, casi se vino de un grito.

Lentamente se hizo paso en el interior del omega, follándolo con su lengua y saboreándolo como si fuera el manjar más delicioso que haya probado. Sintiendo la desesperación del omega bajo suyo, sumó un dedo a las ministraciones de su lengua, bombeando dentro y fuera, abriendo al chico con todo el cuidado.

Pronto tenía tres dedos dentro del chico, susurrando lo bien que lo estaba haciendo, acariciando su espalda con la otra mano, hasta que sintió que ya estaba listo. Con todo el cuidado, lo dio vuelta nuevamente, queriendo ver las expresiones del omega cuando lo saciaba de sus necesidades.

Arrodillándose y ubicando sus manos a cada lado de la cabeza del rubio, alineó su propia erección con la entrada del omega, tomando un poco del lubricante que seguía saliendo de su entrada y esparciéndola sobre su propio falo, para luego finalmente deslizarse suavemente dentro del omega.

Con un gruñido y otro sollozo, Jungkook tocó fondo y disfrutó la sensación cálida, respirando entrecortadamente, dándole tiempo al rubio para que se acostumbre a la intromisión.

—Dios, te sientes tan bien, tan perfecto cariño, lo haces muy bien... —le susurra mientras limpiaba las lágrimas con los pulgares y le llenaba la cara de besos nuevamente, tratando de tranquilizarlo.

Luego de unos momentos, comenzó a moverse suavemente dentro y fuera, sintiendo como las paredes de Jimin se moldeaban a sus movimientos, apretándolo de la manera más dulce, haciéndolo gruñir, desesperado por moverse más rápido.

Pronto comenzaron a moverse a un ritmo más rápido, encontrándose a mitad de camino, los sonidos de pieles chocando, jadeos, gruñidos y gemidos llenando la habitación.

—Oh d-dios, Jungkook, ah, quie-quiero tu nudo... —tartamudeó Jimin, sintiendo como el placer se le concentraba en el centro de su cuerpo—. M-Me vengo amor, p-por f-favor... ah...

Se retorcía constantemente, jadeando y buscando su liberación. Jungkook había encontrado su próstata y la golpeaba sin piedad cuando entraba y salía de él.

—Mío —gruñó casi guturalmente y aceleró su ritmo, su pelvis golpeando su trasero brutalmente y su nudo creciendo constantemente.

Con un último golpe, Jimin se vino, su vista se nubló y vio estrellas mientras tiras blancas manchaban sus estómagos, mientras apretaba la erección del alfa que también se venía dentro suyo, su nudo encajando finalmente dentro del omega y llenándolo con su corrida.

Agotados, Jungkook manejó el cuerpo de Jimin hasta estar acomodados, abrazados mientras esperaban que baje el nudo.

—Eres perfecto cariño... —le susurró antes de caer dormido, su alfa ronroneando de felicidad al poder cuidar y ayudar a su omega.

Así estuvieron los siguientes tres días, follando, durmiendo, Jungkook alimentando y cuidando de Jimin y, en un momento de breve lucidez, Jungkook le llevó un cupcake con una pequeña vela, susurrándole un feliz cumpleaños a un Jimin adormilado pero contento, sabiendo que incluso estando en celo y en un estado de descontrol, su alfa lo estaba cuidando.

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